lunes, 28 de abril de 2014

La nueva familia


El miedo al fracaso… ¿Por qué tienes miedo al fracaso? Me decía Jesús Gabriel, o al menos así lo recuerdo, quizá me lo preguntaba yo.
Ayer fuimos a ver “Tren de noche a Lisboa”, una gran historia, humilde y con poder. En un momento decía que todos los humanos compartimos un mismo miedo: el miedo a la soledad.

El miedo a la soledad nos sirve para no morir. Un gran mecanismo biológico para no quedar solos en la selva y que nos devore un animal. Somos de manada los humanos, no nos podíamos permitir salirnos de la tribu y vagar solos por la Tierra, era riesgo de muerte. Y este mecanismo de supervivencia tan básico sigue ahí, profundo, tan presente. Qué importante es revisar estos automatismos, recordar para qué sirven. Y ver que ya no estamos en la selva, que ya no estamos en peligro de muerte.

Este miedo, tan útil para sobrevivir pero tan inútil para ser uno mismo, nos hace desear pertenecer a nuestra tribu, nuestra familia y ahí empezamos a repetir y obedecer las leyes familiares, a buscar su reconocimiento, a temer fracasar para ellos, a buscar que nos quieran sobre todas las cosas y no nos dejen de lado porque no queremos que nos echen del clan. Obedecemos a la familia para no morir devorados, para proteger nuestra vida.
Es muy común que nuestros padres no nos hayan dado reconocimiento y amor incondicional, y que por ello tengamos miedo al fracaso, a decepcionarles y que ya no nos quieran.

El miedo al fracaso oculta un miedo a la soledad, a que no nos quieran y no nos acepten, no nos reconozcan.
Y el miedo a la soledad oculta un miedo a la muerte, si quedamos solos en la selva, podemos morir cazados por un animal.

Entonces, si este miedo es tan intrínseco al humano, estamos vendidos? Yo creo que no

Hace un par de semanas que vengo pensando en que ya es hora de dejar de ser hija, una idea hasta ahora sin forma que según escribo estas líneas va cobrando sentido. 

http://www.josephinewall.co.uk/

La casa XI, de Acuario representa la familia creada, los amigos, las personas que elegimos voluntariamente con las que compartimos visión de vida, intereses, aficiones, nivel de conciencia. Con esta nueva familia podemos ser nosotros mismos, y que nos acepten tal cual somos.
El truco está en que la nueva familia no sea una repetición de la vieja familia, es decir:  elegir una familia en la que el amor sea incondicional. En esta nueva familia podemos aprender a ir abandonando el miedo al fracaso, pues hagamos lo que hagamos, dentro de los límites del respeto, nos querrán y aceptarán.